La ratita presumida
Había una vez una ratita muy coqueta y muy preocupada por estar siempre radiante ante los demás. Además de presumida, la ratita era muy trabajadora y tenía un carácter muy alegre. Le encantaba tener siempre la casa reluciente para recibir visitas de sus amigos.
Una mañana estaba barriendo la puerta de su casa a la vez que cantaba: “Tralara, … larita barro mi casita” cuando de repente le llamó la atención algo que brillaba en el suelo. Se acercó a ver de qué se trataba y era una moneda de oro. La ratita cogió la moneda y pensó: “¿Qué puedo comprarme con esta moneda?”
Tras unos segundos se le ocurrió comprar caramelos pero posteriormente pensó que sería demasiado dulce. La segunda cosa que se le ocurrió fue comprar un broche que realzara su belleza, pero luego pensó que quizás se pincharía haciéndose daño. Finalmente, tras pensar un rato se decidió por comprar un lazo para su colita y se dirigió a la tienda para elegir el más bonito.
Cuando llegó a casa, la ratita presumida se colocó el lacito en la colita y se asomó a la ventana para distraerse un buen rato con los vecinos que pasaban. La ratita estaba resplandeciente con su lacito. El primero en pasar por allí fue un perro que al verla le dijo: “¡Ratita, ratita, qué bonita estás! ¿Te gustaría casarte conmigo?”- La ratita contestó: “¿Y por las noches que harás?” -“ladrar y ladrar” respondió el perro. La ratita rechazó la propuesta del perro diciéndole que la asustaría con los ladridos. El perro algo cabizbajo por el rechazo abandonó el lugar.
Minutos más tarde apareció un gato que al verla le expresó: “¡Ratita, ratita qué guapa estás! ¿Querrías casarte conmigo?” La ratita respondió: “Querido gato, ¿y por las noches qué harás? El gato dijo: “Miau, miau”. La ratita prosiguió “No no, que me asustarás. Vete, vete”. El gato también se marchó de la casa.
Al cabo del rato apareció un lindo ratón que cuando la vio se enamoró y le dijo: “Ratita, ratita, que bella estás. ¿Te casarías conmigo?”. La ratita presumida una vez más preguntó: ¿pero tú qué harás por las noches? El pequeño ratón respondió “dormir y callar, dormir y callar”. La ratita emocionada con la respuesta del ratón prosiguió: “Pues contigo me he de casar”. La parejita de ratones se casó y vivieron felices para siempre.
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