Cuentos de animales para niños

Aprende curiosidades con divertidos cuentos cortos de animales

¡Novedad!

El caracol y el rosal

La reina de las abejas

El oso y el reyezuelo

El zorro rey

Las dos perras

El caracol y el rosal

El caracol y el rosal

En un lindo jardín rodeado de setos de avellanos y repleto de flores preciosas vivía un caracol. Éste se sentía infravalorado rodeado de tanta belleza que aportaba el rosal y los avellanos y se repetía así mismo todos los días: “Paciencia. Ya llegará mi momento. Yo conseguiré algo más importante que dar rosas o avellanas”.

Un día el rosal escuchó sus palabras y le respondió: “Esperamos bastante de ti querido amigo. ¿Podríamos conocer cuando nos enseñarás lo que puedes conseguir hacer? Estamos impacientes.” El caracol le respondió: “Yo necesito mi tiempo, las prisas no son buenas. Las mejores sorpresas se preparan con delicadeza”.

Un año después, cuando el rosal estaba desbordante de capullos de rosas, el caracol salió de su casita para conocer qué situación había fuera. Vio que todo seguía igual. El rosal seguía brillando con todo su resplandor. Trascurrido un año completo con todas sus estaciones, el caracol se asomó de nuevo y le dijo al rosal: “Eres muy viejo ya Rosal. Pronto te morirás y ya has dado todo lo que puedes dar de ti. Creo que no has hecho nada por crecer internamente, puesto que siempre das el mismo fruto. Pronto estarás seco”.

El rosal le respondió: “Me asustas, nunca he pensado ello”.

El caracol prosiguió: “¿Nunca te preguntaste por qué florecías y por qué de esa forma?”

“No, florecía contento. El sol era tan intenso y calido, el aire tan refrescante, la lluvia tan generosa…! Me sentía lleno de fuerza y de felicidad” contestó el rosal.

El caracol le recriminó: “Tu vida fue demasiado fácil”

El rosal le replicó: “Tienes razón. Me lo daban todo, pero tú tuviste más suerte aún. A ti te han dotado de gran inteligencia para sorprender algún día al mundo”.

“No, no, para mí no existe el mundo. Ya tengo yo bastante con preocuparme de mí mismo” continuó el caracol.

El rosal reflexionó en alto: “Pero, ¿no deberíamos dar lo mejor de nosotros al mundo? Yo solo he dado rosas, pero en cambio tú que posees tantos dones, ¿Qué puedes darle?

“¿Darle? Yo al mundo le escupo” replicó el caracol. “Para mí no significa nada. Tú sigue cultivando rosas que es tú único propósito  y para lo que sirves. Yo me recojo en mi interior que es lo que me interesa”. Así hizo se metió en su caparazón.

“¡Qué pena, yo aunque quisiera esconderme no podría! Siempre tengo que estar mostrándome y volver a florecer aunque cuando mis pétalos caen y la gente los recoge siento que aporto algo de alegría a sus vidas y me siento bien” se decía a sí mismo el rosal.

Así pasaron los años, el rosal siguió floreciendo mientras el caracol se pasaba la vida. 

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La reina de las abejas

La reina de las abejas

Había una vez un Rey que tenía tres hijos. Dos de ellos se fueron en busca de aventuras. Trascurridos unos días de la partida, el Rey preocupado, mandó a su hijo menor llamado el Simple a buscar a sus hermanos. Cuando los encontró, los tres hermanos intentaron retomar el camino vuelta a palacio, pero se habían perdido. El más pequeño intentó tomar las riendas de la situación, pero era infravalorado por sus hermanos que pensaban que ellos tenían más talentos que él y lo tachaban de simple.

Durante el camino de regreso, se encontraron un hormiguero. Los dos hermanos querían divertirse tapando el hormiguero de tierra para molestar a las hormigas. Sin embargo, el menor de los hermanos se lo impidió. Les dijo: “Dejad en paz a esos animales, no consentiré que le hagáis daño”.

Unos metros más adelante, vieron un lago donde nadaban varios patos. A los dos mayores se les ocurrió la idea de coger un par de patos para asarlos y comérselos y de nuevo el hermano menor evitó que lo hicieran.

Posteriormente, se encontraron una colmena en un árbol y la maldad de los dos mayores les hizo querer prenderle fuego para apoderarse de la miel. Una vez más el hermano menor no lo consintió.

Tras una larga caminata, los tres hermanos llegaron a un castillo cuyos establos estaban repletos de caballos de piedra. Entraron al castillo y tras una puerta cerrada con tres cerraduras, encontraron a un hombre con el pelo blando y muy bajito. Llamaron y el hombre se levantó. Les abrió la puerta y los condujo a una mesa llena de manjares apetitosos. Tras comer, los acompañó a cada uno a una alcoba diferente donde pasaron la noche.

A la mañana siguiente, el anciano llamó al mayor de los hermanos por señas y lo llevó a una mesa de piedra donde estaban grabadas tres pruebas que había que resolver para desencantar el castillo. La primera de las pruebas consistía en buscar mil perlas que había sembrado la princesa en un musgo del bosque. Si él que las buscara, no las encontraba, sería convertido en piedra. El hermano mayor se puso manos a la obra y apenas encontró cien perlas, por lo que fue convertido en piedra. El hermano mediano corrió la misma suerte, tan solo consiguió encontrar doscientas piedras de la princesa.

Por último, llegó el turno del hermano pequeño. El Simple comenzó a buscar las perlas, pero como le resultaba muy difícil se sentó en una piedra a llorar. En ese momento, el rey de las hormigas, a las que había salvado la vida, se presentó con cinco mil súbditos y le recogieron en un montón todas las perlas. Había superado la primera prueba.

La segunda prueba consistía en sacar la llave del dormitorio de la princesa del fondo del lago. Cuando el joven se acercó, los patos, en señal de agradecimiento por haberles salvado la vida, le buscaron la llave y se la entregaron.

Tras la segunda prueba, llegó la tercera que era más difícil. El Simple tenía que reconocer entre tres princesas dormidas y casi iguales cuál era la más joven y hermosa. Solo se distinguían porque antes de entrar en un sueño profundo, la primera había comido un terrón de azúcar, la segunda había bebido un sorbo de almíbar y la tercera había tomado una cucharada de miel. La reina de las abejas, a quién había salvado del fuego, le prestó su ayuda. Se acercó a la boca de las tres princesas y se quedó en los labios de la que había probado la miel. Así, el Simple la reconoció y el encanto se deshizo. Todo aquel o aquellos convertidos en piedra retomaron su forma natural. El príncipe menor se casó con la más joven y hermosa de las princesas y reinó cuando falleció su padre. Sus dos hermanos se casaron con las otras princesas y todos vivieron felices.

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El oso y el reyezuelo

El oso y el reyezuelo

Erase una vez dos buenos amigos; un oso y un lobo a los que les encantaba dar largos paseos juntos por el bosque disfrutando de la naturaleza. Un buen día, durante uno de los paseos, el oso escuchó una alegre melodía sonar y le preguntó al lobo: “¿Quién es ese lindo cantor?.

“Es el rey de los pájaros, el reyezuelo” respondió el lobo, “es nuestra obligación saludarle prosiguió”. El oso quedó sorprendido y mostró su interés al lobo por conocer el palacio real. Sin embargo, el lobo le informó de que esto solo podían hacerlo cuando estuviese la reina en el palacio. 

De pronto, vieron llegar a la reina y el oso fue a seguirla, pero el lobo se lo impidió. De lejos vieron el nido y se hizo tarde y decidieron volver a casa.

Al día siguiente, el oso volvió al palacio. Los reyes no estaban en él, tan solo se encontraban cinco o seis pajarillos durmiendo en el nido. El oso no pudo evitarlo y se dirigió a los pájaros diciéndoles: “Este palacio es bien triste y vosotros no parecéis hijos de reyes, si no pequeñas criaturas innobles”.

Los reyezuelos se sintieron ofendidos y empezaron a gritar amenazando al oso a pagar por la injuria que había cometido contra ellos. 

El lobo y el oso volvieron a sus casas, mientras que los reyezuelos contaron a sus padres lo ocurrido en su ausencia y le hicieron prometer a su padre que limpiaría su reputación. El rey y la reina acudieron volando a buscar la madriguera del oso y le declararon la guerra.

El oso pidió auxilio a los cuadrúpedos; el buey, el asno, el ciervo, la vaca, entre otros, mientras que al ejército del reyezuelo se sumaron todos los insectos; cínifes, abejas, avispas y moscas.

Llegado el día de la batalla, el reyezuelo mandó al cínife a espiar quién estaba al mando del ejército enemigo y escuchó como el oso le decía al zorro: “Amigo, tú eres el más astuto, así que llevarás el mando. Es necesario que acordemos una señal." Acordaron que mientras el zorro tuviera la cola en alto, la situación estaba a su favor y debían seguir peleando. Si el zorro bajaba la cola, significaba sálvese quién pueda.

Con la aurora, los cuadrúpedos empezaron a galopar en dirección al ejército del reyezuelo y éstos volaban al encuentro. Empezó la dura batalla y el reyezuelo mandó a la avispa, sabiendo que el zorro era el general, a picarle debajo de la cola al zorro para conseguir que bajara la cola.

Tras varios picotazos, el zorro no pudo aguantar el dolor y terminó bajando la cola. Los cuadrúpedos pensaron que habían perdido y huyeron de allí, mientras los pájaros salieron victoriosos de la batalla.

Para celebrar la victoria, el rey y la reina volvieron a casa y dieron un banquete para sus hijos, pero para estos no fue suficiente. Le pidieron a su padre que el oso se disculpara ante ellos y reconociera su nobleza. El reyezuelo voló hasta la madriguera del oso, le reclamó y el oso atemorizado acudió a disculparse con los hijos del rey.

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El zorro rey

El zorro rey

Había una vez un zorro que sentía una gran admiración por un león. Todo su interés era acercarse y parecerse a él. Por esta razón, a menudo, lo perseguía de cerca e intentaba halagarlo constantemente para que fuera su camarada. El león no tenía mucho interés en hacerse amigo del zorro y lo trataba con bastante indiferencia y no prestándole mucho los oídos. A medida que, iba transcurriendo el tiempo, el zorro se fue creyendo león y para imitarlo incluso rugía cuando éste estaba ausente. Los animales del bosque se acostumbraron a ver la actitud del zorro e incluso terminaron considerándolo el Rey de la Selva y con sed de venganza urdieron un plan para darle un susto. El zorro tras verse presa de munchos animales a la vez, se arrepintió de querer ser león para siempre. 

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Las dos perras

Las dos perras

Erase una vez dos perras que eran amigas. Una de ellas quedó preñada y como no tenía donde refugiarse para cuidar a las crías, pidió refugio a la otra hasta que los cachorros pudieran valerse por sí mismos. Su amiga aceptó darle cobijo en su choza.

Poco a poco iba pasando el tiempo y la dueña de la guarida, veía como nunca llegaba el momento de que la otra perra abandonara su choza, pues ésta siempre recurría a excusas para retrasar la marcha.

Un buen día se cansó de esperar y le dijo que tenía que dejar la choza, a lo que la otra perra llena de arrogancia le respondió: “Abandonaré la guarida si tienes el valor de luchar contra mí y contra los míos”. 

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Cuentos y fábulas sobre animales

Diviértete con los mejores cuentos de animales infantiles

¿Te gustan los animales? ¿Tienes alguna mascota en casa o en una segunda residencia? Si eres un apasionado del reino animal, ahora podrás disfrutar con las mejores historias protagonizadas por simpáticos animales con esta selección de cuentos que hemos preparado para tus ratos de ocio. Descubre cuentos populares que se transmiten de abuelos a nietos desde hace infinidad de años.

Descubre curiosidades sobre los animales y ríe con las divertidas situaciones que se crean en cada cuento. Los cuentos para niños de animales permiten que nuestra imaginación se estimule y se abra a un sinfín de posibilidades de aventuras.

En estos cuentos se viven simpáticas vivencias donde los principales protagonistas son animales y se les trata con un gran cariño para enseñar a los más pequeños desde tempranas edades la importancia del

Cuentos infantiles de animales
respeto hacia el mundo animal.

Los cuentos de animales infantiles que vas a encontrar a continuación son cuentos cortitos, de casi una extensión perfecta, para facilitar que los niños pequeños mantengan la atención y no se pierdan en un mar de información irrelevante que tan solo les produzca aburrimiento.

Además de evitar el aburrimiento la idea es que les resulte sencillo aprenderse los cuentos sobre animales para que lo compartan después con los amigos o los familiares así ponen en práctica la mente para recordar y aprenden sobre el contexto que se da en cada historia.

Es fundamental para ello que el primer día se los leamos al pie de la letra, pero en sucesivas lecturas probemos a contarle los cuentos y fábulas sobre animales con nuestras propias palabras y gesticulando para facilitarles el entendimiento y que ellos puedan crear su propia versión del cuento.

Cada cuento encierra una moraleja que no es más que una enseñanza que se debe sacar tras la lectura. La idea es reflexionar sobre lo ocurrido en el cuento para poder aplicarlo en la realidad que vivimos. ¿A ver si sabes descubrir la enseñanza que debes sacar? Compártela con quien quieras para ver si pensáis que es la misma moraleja.

Si te ha encantado la sección de cuentos de animales y te apetece seguir leyendo, aunque dando un giro a la temática de lectura, puedes visitar la sección de Cuentos de Navidad donde descubrirás bellas historias con valores o puedes probar a divertirte con los clásicos de Pinocho o Blancanieves y los 7 enanitos.

Si te apetece cambiar de actividad descubre las adivinanzas sobre animales o entretente coloreando plantillas del reino animal. 

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